Mi interés por la fotografía no reside en su carácter fidedigno sino más bien en su revés: la exploración de sus límites, las fluctuaciones que existen en la representación y las formas en las que la imagen puede ser manipulada para mostrar una realidad, no más exacta, pero sí más acorde.
Uso como punto de inicio fotogramas de 35 mm, 120, 110, placas de vidrio y todo soporte físico que me permita captar luz. Me entrometo en los procesos químicos, busco el error a priori como eje central de mi trabajo, me apropio de -el error- para que en él se asome una realidad subyacente, donde habita el caos, la descomposición y la pérdida de los registros.